Jesus Alegria Argomedo.          Yanavico casa taller

Los parques no son cagaderos ni meaderos de perros.

Son para que niños y adultos hagan deporte o jueguen en el césped.

En la actualidad, es tocar bacterias, microbios, focos de virus, por los restos de heces, así lo recojan, que siempre quedan impregnados en el suelo.. El dueño del perro que lo haga defecar en su jardín o en su patio. No en los espacios públicos.

La mercadotecnia, de humanizar a las mascotas, esconde prácticas fascistas que se enternece con los animales, pero no mueve un dedo por los Miles de niños empobrecidos... Saltan preocupados por un perro, pero no sé indignan por el sueldo precario de Miles de personas. Mueven sus redes con discursos animalistas, pero son incapaces de subir a un cerro a poner un soporte al techo de una choza que se cae.

Alimentan cientos de perros y piden dinero para el alojamiento de perritos abandonados, pero no intervienen ningúna clínica privada denunciando la políticas mercantilistas de no atención en situaciones de emergencia; o exigiendo se acaba el maltrato del sistema sanitario, las políticas usureras de la propiedad vertical en los servicios de salud, ni las políticas del panadol en los servicios de sanidad publica.

Hay una.problematica con la sobrepoblación de mascotas en abandono, pero esta es alentada por el modelo bio capitalista de la mascota como artículo suntuario. Como objeto a mostrar, con criterios de raza y clase entremezclado que ocultan perversas prácticas fascistas. Cuando la mascota deja de cumplir o no cumple las expectativas de objeto suntuario a mostrar lo abandonan.

Las mascotas siempre han tenido una utilidad practica, como guardian, animal de presa o compañía. Pero el modelo bio capitalista lo a trastocado en objeto suntuario. Afectandi al resto de mascotas, pues a encarecido los servicios veterinarios, accesorios y de alimentación para las mascotas. Así tenemos perros ofertados como un huachafo signo de estatus social , en oposición a cientos de perros chuscos, viejos, enfermos o discapacitados que pugnan por un hogar.

Todos quieren un perro para lucir su individualismo, por eso la manía de sacarlo a defecar en los espacios públicos, pero detrás de esas prácticas se solapa patéticas prácticas fascistas.